RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

martes, 27 de mayo de 2014

LA INTERVENCIÓN DE LOS INTELECTUALES

Enrique Díaz Canedo, José Bergamín, Antonio Marichalar, Alfonso Reyes, Mauricio Becarisse, Eugenio D’ors,
José Moreno Villa y José Ortega y Gasset, año 1923


LA GENERACIÓN DEL 14: A CIEN AÑOS VISTA


Por Manuel Fernández Espinosa,
escritor, licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación
y diplomado en Ciencias Religiosas

Se cumplen cien años de una de las Generaciones intelectuales y artísticas españolas más importantes del siglo XX: la llamada Generación del 14. Intermedia entre la Generación del 98 y la Generación del 27, ésta fue una de las generaciones más plurales a la vez que más sólidas del panorama cultural español. Baste recordar que a ella pertenecieron los dos más grandes pensadores españoles del siglo XX: José Ortega y Gasset y Eugeni d'Ors. Pero si ellos son los dos picos más altos que incluso llegaron a hacerse respetar en el escenario mundial del pensamiento, fueron muchos otros los que formaron en las mesnadas de la Generación del 14.
 
En Europa estallaba la Gran Guerra mientras España se aseguraba como un islote pacífico en la periferia de la conflagración mundial. Aunque la crítica identifique esta Generación de intelectuales y artistas españoles con la fecha de 1914 huelga decir que sus miembros más sobresalientes empezaron su vida pública unos años antes y la prolongaron a lo largo de sus vidas. Cataluña se pondría a la cabeza en 1906 con Josep Carner y Eugenio d'Ors que se estrenaron como poeta y glosador respectivamente ocho años antes de 1914; aquello se llamó el Noucentisme y en sus filas figuraron Narcís Oller, Joaquim Ruyra, Soldevila, Grau, Millàs-Raurell, etcétera. Pero el fenómeno no queda limitado a Cataluña, sino que por aquellos años se asiste a un despertar cultural que se propaga por toda la geografía nacional. Por doquier surgían movimientos culturales en la Península Ibérica. En Euscalerría se lanza la revista HERMES, con Ramón de Basterra que a su vez crea la Escuela Romana del Pirineo, con sus tertulias en el Café Lyon D'Or de Bilbao: allí se congregarían Rafael Sánchez Mazas, Joaquín Zuazagoitia, Mourlane Michelena, Fernando de la Quadra Salcedo o Jacinto Miquelarena.
 
En Madrid, con José Ortega y Gasset, se presentaba en sociedad (el 23 de marzo de 1914) la Liga de Educación Política Española donde una joven generación de españoles proclamaba el fin de la Restauración, desde los parámetros de una izquierda patriótica (que hoy nos puede parecer tan asombroso), de intelectuales, pragmáticos que todavía creían que la Monarquía podía prescindir del sistema corrupto del bipartidismo canovista y que, por eso, no reclamaban la República; aunque admiraban al Partido Socialista Obrero Español y al sindicalismo de raíz anarquista y anarco-sindicalista, mostrándose con la mano tendida, la Liga de Educación Política Española se postulaba como izquierda nacional no-marxista.
 
Lo que comparten tanto Eugenio d'Ors como José Ortega y Gasset, aunque ambos hicieran todo lo posible por no dar ocasión a confundir sus respectivas filosofías, puede cifrarse en algunos de los rasgos que hicieron suyos los compañeros de Generación de ambos: intelectualismo, elitismo... Y lo que nos parece más vigente, cien años después, la "Intervención".
 
Intervención es uno de los vocablos más caros en el léxico de Eugenio d'Ors. Con "intervención" entendía la obligación que tenía el intelectual de tomar parte en los asuntos públicos: a esta actitud comprometida del intelectual d'Ors también la llamó con los términos "misión" y "heliomaquia": era una declarada voluntad de educar a las muchedumbres ibéricas, civilizándolas. Aunque José Ortega y Gasset no empleara estos vocablos su labor fue rigorosa "misión pedagógica" y también se empleó a fondo, como Eugenio d'Ors, en elevar el nivel cultural del pueblo español, consciente de que sin esa cultura era un despropósito hablar de democracia.
 
Mucho podemos aprender de los grandes hombres de la Generación del 14. Pero este año en que se cumple su primer centenario pasará sin que se le rinda el justo tributo por todo lo que hicieron por España. Aunque oficialmente se les tenga postergados, el mejor modo de rendirles homenaje será volver a leerlos y de la lección de sus libros extraer cuando de salvable haya en sus obras, que no es poco; es empresa dificultosa, dado que la existencia de intelectuales en España es, fuera de algunas egregias excepciones, algo más difícil de determinar que la vida extraterrestre, pero los pocos que haya tienen que ser conscientes de nuestra propia tradición cultural, volver a ella y sacar de sus vetas nueva inspiración para una renacencia hispánica. Eso... O disolvernos como un azucarillo en el café.

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