RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

jueves, 2 de junio de 2016

EL ANTIHÉROE

Imagen de www.abc.es 



Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor


Me siento muy orgulloso de que el Quijote sea considerado el mejor libro de todos los tiempos. Es un orgullo para nuestra universal lengua. No obstante, creo que ha tenido un aspecto negativo, y ha sido la propagación del antihéroe hasta convertirse en una suerte de arquetipo nacional, pesada losa que como nefasta imagen de acomplejados nos lleva acompañando ya siglos. Y es que también nos olvidamos que esta gran novela fue censurada en su día por personalidades tan importantes como Quevedo y Lope de Vega, colegas próximos de Miguel de Cervantes. Y las cosas pasan por algo.

Sobre los orígenes de Cervantes, se ha escrito absolutamente de todo: Gallego, catalán, judío, morisco… Sin embargo, yo me quedo más con la información que nos brinda Jean Dumont (1), aquel gran historiador que se consideraba “francés de España”, quien aseveraba que Cervantes procedía de cristianos viejos. No hay que buscar por ahí determinados “códigos secretos” que algunos pretenden sacar del Quijote, haciéndonos también a Cervantes como una especie de prócer liberal-progresista. No, nada de eso era Cervantes. Cervantes, como bien dice Dumont, adscrito a la corriente erasmista, corriente intelectual y religiosa que cautivó a no pocos intelectos españoles gracias al contacto con el mundo centroeuropeo de la época. Erasmo de Rotterdam, al cual protegió el mismísimo Carlos I, irrumpía en la escena cultural y espiritual con ideas que parecían renovadoras, sobre todo con respecto a la corrupción del clero y la falta de instrucción. Con todo, siempre dejó claro que “non placet Hispania”, y los “alumbrados” españoles, al igual que muchos ilustrados en el siglo XVIII, veían con mucha fatiga y pesimismo las costumbres y esencias de su propio país, creyendo que esta avalancha dizque humanista traería progreso. Cómo nos suena esto, constante tan manida en nuestra Historia… Ante el advenimiento de la ruptura protestante, Martín Lutero, quien años después exhortaba a los príncipes alemanes a “exterminar como a perros” (literalmente) a los campesinos rebelados, se declaraba heredero de Erasmo de Rotterdam. Sin embargo, Erasmo no salió del círculo pedagógico y ante la Reforma y la Contrarreforma, con una actitud más o menos “pacifista”, acabó por no gustar ni a unos ni a otros. ¿Será Erasmo un precursor de la Ilustración? ¿Del krausismo? ¿Todo se solucionaba con “educación”? ¿El problema era la traducción de la Biblia? Será y no será, porque uno de los problemas de Erasmo, sobre todo en los últimos tiempos, fue su “indefinición” ante uno de los máximos acontecimientos de Europa. Fue un hombre de gran conocimiento, sin duda, pero ese conocimiento no fue muy llevado a la escena práctica, y mucho menos en un mundo hispánico que se reafirmaba contra la iconoclastia y el determinismo de Lutero, Calvino y compañía; el cénit de la “cultura prometeica” según el filósofo y sociólogo letón Walter Schubart (2).

Con todo, como decimos, sus enseñanzas, sobre todo a través de la “cultura”, se hicieron eco en España, y parecido conflicto se viviría en el siglo XVIII, con una élite ilustrada y “afrancesada” ante un pueblo barroco; claro que en los siglos XVI y XVII la élite estaba mucho más mimetizada con el sentir popular en general, siendo que el erasmismo nunca salió de ciertas marginalidades.

En fin, aparte de este “humanismo renacentista-erasmista”, que se había anticipado en Italia con el rechazo de una época mal llamada “Edad Media”, siempre cuestionando el  “mundo anterior” y presumiendo de purismo y recogimiento mientras en verdad inyectaba un paganismo mal digerido, Cervantes tenía no poco resentimiento personal y en verdad no le faltaban algunas razones para ello. Sus servicios militares nunca fueron recompensados, y no le fue concedida la ansiada gobernación de Guatemala, lo que provocó que tuviera cierta visión negrolegendaria sobre las Indias. Aparte, como cobrador de impuestos, estuvo encarcelado, y de ahí a que dominara a la perfección el lenguaje hampón que con tanto arte plasmó en Rinconete y Cortadillo, por ejemplo. No nos olvidemos, asimismo, de hechos como su cautiverio en Argel, lo cual le dio para mucho en cuanto a los moros y el islam, no porque fuera morisco como algunos creen. Su mala situación personal, algunas inclinaciones intelectuales y sus continuos desencuentros en general, le imprimieron un carácter mordaz y satírico que no siempre fue bien comprendido.

El Quijote es un libro tan amplio, tan controversial, tan simbólico, tan realista, tan ácido, tan humorístico, tan pesimista… Y tantas y tantas cosas que abarca que ha provocado argumentos y visiones de todo tipo. Reitero: Debe ser motivo de orgullo el que nuestra lengua y cultura se haya embellecido con este ejemplo. Sin embargo, al no ser siempre bien comprendido, por encima de lo que pensara o dejara de pensar el propio Cervantes al criticar el manido gusto por los libros de caballería, lo cierto es que se fue extendiendo la idea del antihéroe como arquetipo español; idea en especial muy aprovechada por algunos ilustrados y luego por muchos liberales y marxistas; idea que asimismo han aprovechado determinadas oligarquía criollo-mestizas para, al servicio del imperialismo británico, hacer y deshacer en las Españas Americanas, ante un pueblo siempre humillado y cabizbajo, inconsciente de su grandeza histórica y sus inherentes capacidades. Fijémonos en cómo los españoles, cuando queremos hacer chistes, nos denigramos a nosotros mismos. Es algo que también le pasa a los portugueses. Otros han creado el absurdo mito del gallego tonto y bruto (3) para inventarse no sé cuántos chistes. Y así seguimos.

Está bien que haya molinos de viento que parezcan gigantes, está bien la cordura recuperada y la diferencia entre el quijotismo y el sancho-pancismo y todo eso, pero también está bien la realidad sin desdeñar ideales bellos, y menos los de una caballería que forjó una civilización cimentada en el espíritu, constituyendo un código histórico milenario; y está bien la autocrítica pero constructiva y también consciente de las virtudes y las buenas posibilidades. La idea del antihéroe se ha introducido y exagerado demasiado entre nosotros, y ya es hora de frenarla con ejemplos como el de José Cadalso (4), insigne patriota del siglo XVIII que murió intentando recuperar Gibraltar para España, mientras siglo después, toda una cohorte de acomplejados pseudo-intelectuales no hicieron más que, desde señoritingas posiciones, criticar y mentir sobre el pasado sin construir nada bueno y verdadero hacia el futuro.






NOTAS: 




(1)Sobre Jean Dumont:


jean dumont - antonio moreno ruiz





(3)Algo hablamos en este artículo:


RAIGAMBRE: ¿"ITALIANISMO" O IMPOSTURA?






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