RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

martes, 29 de agosto de 2017

EL PRIMER FEMINISTA: FRANCISCO DE QUEVEDO



"LOS SUEÑOS" Y EL CAMINO DE LA MANO IZQUIERDA ( I )

Manuel Fernández Espinosa

"Los sueños" de Quevedo están compuestos por cinco "Discursos" cuyos títulos originales (más tarde cuatro de ellos serían modificados por la censura) eran: "Sueño del Juicio Final", "El alguacil endemoniado", "Sueño del Infierno", "El mundo por de dentro" y "Sueño de la muerte". El propósito de estos discursos que combinan el diálogo, la sátira, el apotegma -a simple vista- en un "tótum revolútum", es el poner al desnudo los abusos, vicios y engaños mundanos, "en todos los oficios y estados del mundo". La finalidad es moral. Y el instrumento, la alegoría tanto como la chanza y el juego lingüístico conceptista. 

Las influencias que se pueden detectar en esta obra de Quevedo son las propias de alguien que leía tanto -y en tantas lenguas- como nuestro Quevedo. Así que tanto obras clásicas antiguas (la Sagrada Biblia y grecorromanas: la sátira de Luciano de Samósata, Cicerón, Virgilio, el estoicismo de Epicteto y la Tabla de Cebes..) como medievales y renacentistas (la "Divina Comedia" de Dante y los "Mundos" e "Infiernos" del menos conocido Anton Francesco Doni, así como el género de la emblemática teológica y moral), pero también encuentra Quevedo inspiración en los tratados demonológicos del teólogo y hermetista bizantino Miguel Psellos o la pintura enigmática de Jerónimo Bosco. ¿Y qué es el camino de la Mano Izquierda y por qué asociarlo con Quevedo? 

La expresión "camino de la mano izquierda" está presente en "Los Sueños" y halla su fuente original en el Evangelio de Mateo 7, 13-14, donde se habla de la vía estrecha de la virtud y la vía ancha del vicio. Quevedo la emplea sin ambages: "...le enseñaron el camino de la mano izquierda" ("Sueño del Juicio Final"), pero donde adquiere mayor relevancia es en "Las zahúrdas de Plutón", donde Quevedo nos presenta los dos caminos: el de la mano derecha (angosto y sufrido que es el de la virtud) y el de la mano izquierda (ancho y cómodo: el del vicio): ¿cuál toma Quevedo? El de la "mano izquierda", por donde discurren los pecadores y los viciosos todos, eso le abastecerá de "tipos" masculinos y femeninos a los que mostrar, para su propósito que es el de enseñar la virtud contraponiéndola con la hipocresía, la codicia, la lujuria y los demás pecados capitales. Quevedo también dice que los que iban por un camino se pasaban al otro "por sendas secretas". La poesía de temática filosófica y religiosa de Quevedo muestra cuáles son esas "sendas secretas" que comunican los dos caminos: el verdadero dolor de los pecados. Y lo importante -no lo olvidemos nunca- es (por supuesto que para Quevedo, católico a machamartillo) la clara noción del horror del pecado y la conversión a tiempo.

Pero un núcleo de la obra es la exaltación de lo femenino. Que se hace manifiesto de muchas formas a lo largo de la obra de Quevedo, no sólo en "Los sueños". Desde la poesía amorosa vertida en los moldes petrarquistas... hasta en los discursos que nos ocupan de "Los sueños", la Mujer tiene un lugar de honor (que no ahorra que sean censuradas las malas mujeres); en "Los sueños" podemos leer: "-Quien no ama con todos sus cinco sentidos una mujer hermosa, no estima a la naturaleza su mayor cuidado y su mayor obra. ¡Dichoso es el que halla tal ocasión y sabio el que la goza! ¿Qué sentido no descansa en la belleza de una mujer que nació para amada del hombre?". Está contenido en declaraciones como ésta tan explícita el tuétano de lo que podemos entender como una de las tendencias más propias de Quevedo: la fascinación que sintió siempre por las mujeres y para nada "platónico" si no es en las formas, pues la sensualidad es imprescindible para él y cualquier hombre que aprecie su virilidad. Eso que pudiera sonarnos a sensualismo, escandaloso y "revolucionario" en la España que nos pintan de la época de Quevedo (la Inquisición y blabla), no escandalizaba a nadie. Esta tendencia quevediana alcanza su mayor clímax en lo que considero personalmente el primer manifiesto feminista de Occidente, escrito por alguien que pasa por misógino. El "manifiesto" como tal es muy largo, por lo que no lo reproduciré completamente. Se encuentra en "El mundo por de dentro" (XL), allí Quevedo "cede" la palabra a una hermosa mujer que dice a los hombres, entre otras cosas:
"Tiranos, ¿por cuál razón (siendo las mujeres de las dos partes del género humano la una, que constituye mitad), habéis hecho vosotros solos las leyes contra ellas, sin su consentimiento, a vuestro albedrío? Vosotros nos priváis de los estudios por envidia de que os excederemos; de las armas, por temor de que seréis vencimiento de nuestro enojo los que lo sois de nuestra risa (...) Queréisnos buenas para ser [vosotros] malos, honestas para ser [vosotros] distraídos (...) Más son las que hacéis malas que las que lo son (...) Hoy es día en que se ha de enmedar esto, o con darnos parte en los estudios y puestos de gobierno, o con oírnos y desagraviarnos de las leyes establecidas, instituyendo algunas en nuestro favor y derogando otras que nos son perjudiciales".

Dudo mucho que se haya escrito algo así con antelación a Quevedo, pues para escribirlo habría que ser Quevedo. Y no lo olvidemos: España, Siglo XVII... Quedaba mucho para que surgiera el "feminismo" moderno, muchísimo. Quevedo se anticipa aquí como es su costumbre y rompe una lanza por la mujer; él, el mismo que tantos juzgan como machista y misógino por no haber pasado de leer su poesía burlesca.