RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

sábado, 13 de julio de 2013

A LAS PUERTAS DEL PRIMER CENTENARIO DE LA I GUERRA MUNDIAL. “TEMPESTADES DE ACERO” DE ERNST JÜNGER.

"Portada del libro Tempestades de Acero de la Editorial Busquets"
 

Ficha Técnica:

Título: Tempestades de Acero

Autor: Ernst Jünger

Editorial: Tusquets Editores

Páginas: 448

 

El año que viene, 2014, se cumplirá el primer centenario del comienzo de la I Guerra Mundial. A día de hoy, dicho conflicto bélico tiene el triste honor de ostentar varios records mundiales, tales como el de ser la guerra que más millones de muertos ha causado, o la de ser la primera en utilizar de forma masiva el tanque, la guerra química y la aviación como armas ofensivas capaces de arrasar con miles de vidas en un solo día.

Si uno desea leer una novela sobre la I Guerra Mundial, escrita por un autor que la vivió de primera mano, debe recurrir, según mi opinión a “Tempestades de Acero”, de Ernst Jünger.

Redactada a modo de diario, Jünger recoge en su obra las impresiones que como suboficial del ejército alemán le produjeron durante aquellos años de duro conflicto y sus vivencias personales en los diferentes frentes de combate en los que participó.

Desde ese punto de vista, el autor revisa día a día, combate a combate, las sensaciones que sentían los soldados alemanes durante la guerra. Jünger, desde el mismo día en el que se alistó como voluntario, llevó consigo libretas, en las que a modo de diario, escribía sus impresiones y realizaba anotaciones. Unas veces, desde la tranquilidad en la retaguardia. Otras eran croquis y dibujos sobre los lugares por los que transitaba su sección, o simples exclamaciones y breves frases escritas en la oscuridad de la trinchera de primera línea mientras las granadas y los obuses explotaban a su alrededor. En ellas reflejó lo que al soldado le suponía el vivir bajo tierra, en largas y húmedas trincheras, rodeados de piojos y ratas. Describe la vida cotidiana del soldado con la Muerte, que se aparecía todos los días en distintas formas, ora de francotirador, ora de bala perdida o tal vez en forma de casco de metralla el cual terminaba impactando en el cuerpo propio o en el del compañero provocando desgarros y amputaciones terribles.

Las páginas de “Tempestades de acero” están llenas de vívidas imágenes en las que las granadas de mano, las terribles minas y las bombas de los obuses explotan a pocos metros de uno, donde el atronador ruido de la explosión hacía que el suelo temblase como si quisiese alcanzar el cielo y huir de su natural posición horizontal. Y mientras, los trozos de metal incandescentes destrozan al compañero que uno tiene al lado o pasan silbantes junto al casco de acero.

Lo peor de todo y sobre todo, según el autor, era la sensación de saberse nada más que un número anónimo. Uno más de los millones de soldados que participaron en aquella guerra, en ese conflicto bélico, del cual ya nadie de los allí presentes, sabía a ciencia cierta el motivo por el que se alistaron y el por qué se lucha.

Jünger recrea en su libro algunas escenas donde se vislumbra, con toda crudeza la visión de la guerra. Aquí y allá, en las páginas de la obra, el lector se encuentra  con trozos de cuerpos humanos destrozados. Muchos miembros descarnados o reventados, tanto de los compañeros de trinchera como de los rivales, los cuales van pereciendo despedazados por las bombas, las metrallas o las balas de las ametralladoras. No se trata de un ejercicio de morbosidad. No hay apasionamiento en la descripción. No se trata de un alegato pacifista que tiende a llenar al lector de sensaciones sensibleras. Ernst Jünger sólo relata de modo literal, lo que ocurre a su alrededor. Es más. En algunos momentos, el propio autor llega a explicar, que ese contacto diario con las escenas más mórbidas y terribles de la guerra, llegan a deshumanizar a los hombres que por allí transitan, haciendo que la vida no sea más que la rutina de trinchera. El esperar a que llegue tu hora, pues es sabido que tarde o temprano, esa tempestad de acero terminará por alcanzarte.


"Impactante instantánea de la I Guerra Mundial en las trincheras francesas. Las atrocidades de la guerra deshumanizaban a los hombres, que se acostumbraban a convivir con el horror" 
 

La lucha de las trincheras consistía precisamente en eso. Hombres y más hombres, sumergidos bajo tierra, asomaban la cabeza por encima de pequeños parapetos para poder efectuar disparos y arrasar a un enemigo que se encontraba apenas a unos metros de distancia en igual situación. En medio, en la tierra de nadie, los cadáveres de  ambos bandos pudriéndose bajo el sol o la lluvia. Hacía tiempo que los mandos de ambos ejércitos impidieron que se retirasen los cuerpos de los caídos en combate en esas zonas. Se trataba de evitar la confraternización de ambos bandos en liza y evitar que se hiciesen “amigos”. Se buscaba que los soldados odiasen a su adversario, para así mejor matar. Sin remordimientos. No se quería que se viese en el enemigo a un ser humano, digno de lástima o de compasión.

A lo largo de las páginas, el lector revive junto a su autor, cada uno de los momentos que ese gran conflicto deparó a millones de soldados de toda raza y condición. Se hacen especialmente interesantes los periodos de descanso, las juergas vividas como si fuesen la última despedida de un mundo al que pronto se le dirá adiós. La visión del compañerismo en los momentos más difíciles de la vida. Las sensaciones o impresiones que el enemigo provoca en el imaginario bélico y mucho más. Y todo redactado con un estilo legible y ameno que hace que “Tempestades de Acero” sea considerado desde hace tiempo como la mejor autobiografía sobre este acontecimiento bélico. Al menos, es la única obra de éste género desde el punto de vista germano.

Si ello es así, ¿Por qué no es tan conocida la obra?


 
"Retrato de Ernst Jünger con apenas 19 años, hacía unos meses que estaba alistado como voluntario para luchar en la I Guerra Mundial"
 

Ernest Jünger. La desdicha de ser un gran escritor  del bando perdedor.
Pese a ser uno de los grandes autores de lengua germana, Jünger no lo tuvo fácil al dedicarse a la labor de escritor. Con apenas 25 años, compiló sus diarios de combate –más de 20 libretas- y les dio forma, publicándolos a su expensa, y logrando cierto reconocimiento. Nace así su primera obra “Tempestades de acero”.
Después le seguirán otros títulos, como “La guerra como experiencia interior” o “El trabajador”.
En el periodo de entre guerras Jünger se siente profundamente patriótico, pero no experimenta simpatías por el auge del régimen nazi que está emergiendo en la Alemania de los años 30. Es más, en determinadas ocasiones su sentido del honor le lleva a alejarse u oponerse al mismo régimen, protestando por la manipulación que el régimen hace, sesgando o manipulando sus trabajos y escritos. Jünger optará por un exilio interior, hospedándose durante un tiempo en una alejada aldea, rodeada de campo y de montañas, que tanto le recordaba a su querido paso por los wandervögel
Durante la II Guerra Mundial, Jünger permanece en París. Allí confraternizará con la bohemia parisina del momento, hasta que llegado el momento es reclutado para acudir al frente ruso.
Tras la II GM, Ernst se dedicará a seguir con sus trabajos, sus investigaciones y sus publicaciones. Así nacerán otros títulos literarios, en los que el autor describe sus experiencias con los psicotrópicos y las alteraciones que estos producen en el ser humano.
Pero en definitiva, lo que importa es que Jünger durante el nazismo, no fue muy querido en su país, por no ser un colaboracionista radical del régimen nazi. Por otra parte, tras perder Alemania la IIGM, Jünger, es ninguneado por sus contemporáneos, pues el hecho de haber vestido el uniforme de la Wermacht lo hacía un personaje incómodo como para los encumbrados escritores de la época, y por ello se le priva de ser citado o de tenerlo al lado en una foto.
No obstante, y gracias a su longevidad (falleció el 17 de febrero de 1998), Jünger pudo ver como su nombre y su obra era reconocida en su querida Alemania. Después, tímidamente, su reconocimiento como escritor se extendió a otros países, llegando incluso a España.
Luis Gómez

 

viernes, 12 de julio de 2013

LOS SUPUESTOS IDEOLÓGICOS DE LA NOVELA DE VALLE-INCLÁN: "TIRANO BANDERAS"

Valle-Inclán, autor de "Tirano Banderas".
 
 
 
INDIGENISMO, COMUNISMO Y TEOSOFÍA
AL SERVICIO DEL NUEVO ORDEN MUNDIAL
 

Por Manuel Fernández Espinosa
 

"Tirano Banderas. Novela de Tierra Caliente" (año 1926), de D. Ramón María del Valle-Inclán, constituye un hito en la producción literaria de su autor (su mejor novela, dicen algunos). Además de ello, los críticos literarios coinciden en ver en "Tirano Banderas" el precedente de esas otras novelas hispánicas que, aquende y allende el Atlántico, se fueron sucediendo a partir de 1926 y que, según el buen hacer de cada autor hispanoamericano o hispanoeuropeo,  se desarrolla alrededor de la figura histórica o ficticio-arquetípica de un gobernante autoritario -y sea éste del país hispánico que sea. Son muchos los autores que han escrito su propio y particular "Tirano Banderas". Pudiéramos citar a algunos egregios hispanoamericanos: el paraguayo Roa Bastos, con "Yo, el supremo"; el peruano Vargas Llosa con "La fiesta del Chivo"; el colombiano García Márquez, con "El otoño del Patriarca"... Etcétera. Podríamos citar a muchos más, pero no queremos ser exhaustivos. Entre los cultivadores hispanoeuropeos de esta especie de género literario destaca Francisco Umbral, con "Leyenda del César Visionario" sobre la cansina y enfermiza obsesión que sufren nuestras izquierdas indígenas, esa manía de los izquierdistas llamada Francisco Franco.

Sin entrar en la valoración estético-literaria de cada una de estas novelas u otras que pudieran elencarse, es un hecho que, en casi todos los casos, éste que pudiéramos llamar género novelístico, ha sido hasta ahora instrumentalizada, al servicio de los intereses más ajenos y contrarios al orgullo hispánico, a la afirmación hispánica y a la autoestima y bien común del panhispanismo. Estas novelas han servido al extranjero, consciente o insconscientemente (y de muchas maneras), pero sobre todo cristalizando y remachando clichés anti-españoles, pro-socialistas o pro-liberales, pro-indigenistas y, en todo caso, anti-hispánicos. "Tirano Banderas" pudiera o no ser la novela pionera que abre la serie de novelas que otros autores vendrían a escribir, pero nuestro interés por ella se debe a que puede ser considerada como arquetípica. Nos proponemos interpretar "Tirano Banderas" ideológicamente, haciendo patente lo que subyace bajo el barroquizante y florido lenguaje de Valle-Inclán. También, por último, quisiéramos que este ejercicio se convirtiera, a modo de propuesta, en una inspiración para purificar este "género", corregir el rumbo y ver la forma de tornar este género literario en una potencial arma de combate cultural panhispánico.

En modo alguno subestimamos "Tirano Banderas" como producto literario, por mucho que veamos en Valle-Inclán a un exponente de la heterodoxia y la revolución más profunda y peligrosa: la cultural. El talento de Valle-Inclán, a quien tenemos como adversario, es algo que hemos de reconocer y ponemos a salvo las virtudes novelísticas desplegadas en "Tirano Banderas". El arte de Valle-Inclán es, a nuestro juicio, incuestionable y no en vano es esta novela considerada como una de las cumbres de la novelística valleinclanesca (hemos dicho arriba y repetimos), lástima que empleara su talento contra España. Sin embargo, incluso desde la estricta perspectiva estética "Tirano Banderas" fue una obra controvertida por su estilo y, no obstante haber sido por lo general loada por su exuberancia lingüística (tan exótica como evocadora), también fue calificada por algunos críticos como "general pastiche lingüístico panamericano". Pero no es nuestro objetivo, decimos, valorar estética o formalmente la novela de Valle-Inclán, algo para lo que no nos creemos cualificados y empresa que dejamos gustosos para ocupación de filólogos. Lo que nosotros pensamos es que "Tirano Banderas" reclama una lectura que trasparente los sustratos ideológicos que reposan bajo el texto, ideas valle-inclanescas latentes bajo la fastuosa imaginería que exhibe el genial artista y siniestro ocultista revolucionario Ramón María del Valle-Inclán. Y, a la vez, invitamos a la lectura de "Tirano Banderas" (pero con la precaución que esperamos que se extraiga después de leer este bosquejo nuestro); es por ello que no queremos desvelar ni la trama ni los personajes, pues preferiríamos que el futuro lector la disfrute como producto artístico. Sin embargo, para quien no la haya leído o no la recuerde, ofrecemos en unas líneas una sinopsis:

Santos Banderas (Tirano Banderas) es un dictador en un país hispanoamericano imaginario, que vive rodeado de aduladores y asomándose a la ventana, sabedor de los peligros que se ciernen sobre su mandato y, en definitiva, sobre su vida; pues sus adversarios "revolucionarios" están planeando darle jaque mate. Las fuerzas rebeldes están cada vez mejor organizadas y amenazan con derrocar al tirano.
 
 
 
SANTOS BANDERAS, ENTRE EL POSITIVISMO Y LA TRADICIÓN HISPÁNICA ANTI-ANGLOSAJONA
 
Ideológicamente, Santos Banderas es un político con una formación cultural no despreciable. Por algunos de sus comentarios, parece estar próximo a la ideología positivista, como se infiere de lo que le dice a un representante de la Colonia Española:

"Me congratula ver cómo los hermanos de raza aquí radicados, afirmando su fe inquebrantable en los ideales de orden y progreso...".

Recordaremos que "Orden y Progreso" es el lema que figura al frente de la bandera de Brasil y que dicho lema procede de la frase de Augusto Comte: "L'amour pour principe et l'ordre pour base; le progrès pour but". Santos Banderas no es, por lo tanto, un dictador tradicionalista (sino que ha recibido la influencia, siquiera lejana y por vaga que ésta sea, del conservadurismo positivista; escuela que tanto incidió en las elites cultas de los países hermanos de Iberoamérica, tras su secesión con la Madre Patria España).

Los enemigos de Santos Banderas, con los que el autor simpatiza, son llamados revolucionarios (pero como positivista, Santos Banderas tampoco es precisamente un contra-revolucionario; no estamos ante ningún paladín de Trono ni Altar). Santos Banderas es un hombre que Valle-Inclán nos presenta revestido de levita, con cierto porte y aire "cuáquero"; a veces muestra una refinada crueldad, es justiciero y populista, pero siempre inmisericorde e implacable con los traidores. Está dotado de gran astucia maquiavélica y no anda falto de perspectiva histórica.

En sus antipatías, Santos Banderas es un consumado anti-anglosajón, que interpreta como una amenaza a sus raíces propias (hispánicas) las ambiciones depredatorias del imperio anglosajón (bien británico o norteamericano) que planea sobre la república que él timonea, ávido de caer sobre sus recursos naturales. En ese sentido, Banderas se muestra condescendiente y amigo de la Colonia Española (de la que hablaremos), aunque no sean buenas sus relaciones "personales" con el embajador español (un decadente y ridículo homosexual).

Santos Banderas lo tiene claro:

"La Humanidad que invocan las milicias puritanas es un ente de razón, una logomaquía. El laborantismo inglés, para influenciar sobre los negocios de minas y finanzas, comienza introduciendo la Biblia".

Esto le dice Banderas al representante de la Colonia Española, Don Celes Galindo. Las "milicias puritanas" a las que alude el tirano son los enemigos, exteriores e interiores, de su autoritario gobierno. La cita es una prueba de su anti-imperialismo anglosajón, fundamentado en una larga tradición que tal vez Banderas pudiera ignorar, pero que no ignoraba Valle-Inclán. Los orígenes tradicionalistas españoles de este juicio sobre el imperialismo anglosajón (y sus malas artes para introducirse en las naciones, para subyugarlas más o menos manifiestamente) hay que buscarlos en los círculos tradicionalistas españoles del siglo XIX, como el círculo balmesiano (Balmes, Muñoz Garnica...). Para este tema remito a mi artículo: Sobre el protestantismo en España -publicado en EL BLOG DE CASSIA, y aquí, en el título, enlazado.

Como resumen del positivismo y el anti-imperialismo anglosajón de Santos Banderas, podemos aportar esta otra cita que es una apología del caudillismo hispánico:

"No está mal el razonamiento de los científicos, cuando nos dicen que la originaria organización comunal del indígena se ha visto fregada por el individualismo español, raíz de nuestro caudillaje. El caudillaje criollo, la indiferencia del indígena, la crápula del mestizo y la teocracia colonial son los tópicos con que nos denigran el industrialismo yanqui y las monas de la diplomacia europea. Su negocio está en hacerle la capa a los bucaneros de la revolución, para arruinar nuestros valores y alzarse concesionarios de minas, ferrocarriles y aduanas..."

("Fregada": aquí puede significar "eliminada", pero también significa "vencida", "fastidiada").

Nótese la perspicacia política del dictador. Este pasaje dice algo más de lo que un político español de la época sería capaz de barruntar. Y los políticos españoles de hoy en día, ni que decir tiene que no serían capaces ni de comprender el mensaje, es notoria la ineptitud cultural que impera en la clase política española de hogaño, que si algo lee son tebeos.
 
La hispanofilia de Santos Banderas contrasta con la hispanofobia del mismo Valle-Inclán que en esta novela se desmelena. Valle-Inclán se muestra aquí como un consumado enemigo de todo lo español, pudiendo atisbarse una especie de latente pulsión auto-destructiva en el escritor gallego. Odia a España, pero es español... Por mucho que le pese. Y es que en "Tirano Banderas", Valle-Inclán descarga sobre la Colonia Española todo su furor endófobo. Asistimos a un Valle-Inclán inédito: un autor que desprecia y abomina de España y de todos los valores que la hicieron poderosa y respetada. Valle-Inclán cae así en esa corriente que constituye una de las peores tradiciones anti-españolas, la misma que más tarde se ha visto representada en nuestros días por Juan Goytisolo, por ejemplo. Se trata del odio contra la España católica y tradicional y la desesperada búsqueda de cualquier cosa que los libere de la "fatalidad" de ser españoles.

Los personajes de la Colonia Española son presentados en "Tirano Banderas" con las más negras tinturas: Teodosio de Araco es caracterizado como un acérrimo tradicionalista, oriundo de Álava y cuyo apellido podemos descifrar como "Teodosio del Altar" (Ara: altar y el "-co" es genitivo vascuence), aunque el peor parado será Quintín Pereda, un colono asturiano, que es presentado como un ruin "usurero", ("judío" le llama varias veces Valle-Inclán en boca de otros personajes), Quintín Pereda es inhumano y nauseabundo en su avaricia. Casi todos los miembros de la Colonia Española son, a su vez (a excepción del embajador), partidarios acérrimos del Tirano Banderas por irles en ello su interés. El embajador, lo hemos dicho más arriba, es un grotesco sodomita al que no respetan ni Santos Banderas ni sus otros colegas de las embajadas extranjeras con los que conferencia.

Valle-Inclán se despacha contra la Colonia Española con rencor y es así como, aquel carlista estético (había mucho de histriónico en su carlismo, cuando hubo carlismo en él) se ha convertido en un anti-español de la peor y más refinada especie. Y pensamos que Valle-Inclán no resolvió positivamente el gran dilema frente al que se encara todo español medianamente culto y consciente: ante la decadencia cada vez más patente de España, frente a la degradación de la vida española... ¿España o la Anti-España? Hubo un momento en que, para Valle-Inclán, se hizo claro y apostó por la Anti-España: había que desertar de ser español, mejor ser cosmopolita, teosofista, espiritista, fabiano, comunista... Cualquier cosa, menos católico y español. Su carlismo fue tan inconsistente como el de tantos otros, que hacen del carlismo una cuestión de pedigrí familiar: gravísima lacra que paraliza tantos sectores del tradicionalismo político español, enclaustrados en su capillita particular, tan cómodamente viendo cómo todo lo que más amamos (España, su Tradición, su Gloria, su Grandeza...) es nostálgica reliquia de un pasado, mientras lo que queda de España se hunde en el cieno. Es hora de despertar, caballeros.
 
 
 
LOS ENEMIGOS DE SANTOS BANDERAS: TEOSOFÍA, INDIGENISMO, COMUNISMO
 
Los enemigos políticos de Santos Banderas (excepción hecha de los que se ponen contra él por cuestiones personales y no de índole ideológica) muestran una ideología indigenista, que todavía hoy es munición de la extrema izquierda hispanoamericana. Así podemos leer, entre otras muchas citas que pudiéramos traer a colación, este fragmento del discurso de uno de los demagogos, adversarios de Santos Banderas:
 
"Las antiguas colonias españolas, para volver a la ruta de su destino histórico, habrán de escuchar las voces de las civilizaciones originarias de América. Sólo así dejaremos algún día de ser una colonia espiritual del Viejo Continente. El Catolicismo y las corruptelas jurídicas cimentan toda la obra civilizadora de la latinidad en nuestra América [...] grilletes que nos mediatizan a una civilización en descrédito, egoísta y mendaz. Pero si renegamos de esta abyección jurídico religiosa, sea para forjar un nuevo vínculo, donde revivan nuestras tradiciones de comunismo milenario, en un futuro pleno de solidaridad humana...".

Los reproches que se nos lanzan aquí contra el elemento hispánico son, sintéticamente: el Catolicismo y las corruptelas jurídicas. La alternativa que se propone como sustituta de ese legado rechazado es el "comunismo indigenista". La revolución es una revolución comunista y el tema que asoma en esta novela de 1926 es de la más virulenta actualidad en nuestros días. Y es que, mientras asistimos a una desorientación absoluta por parte de la clase política "española" (que en su ala de centro-derecha es seguidista del modelo liberal patrocinado por USA), algunos países hispanoamericanos han caído en las garras de la oligarquía izquierdista, disfrazada de redentora y con repuntes de populista, tantas veces insoportablemente aplebeyada, envilecida y envilecedora de su propio pueblo. Y así lo vemos en Venezuela, en Argentina, en Bolivia... Donde prospera el más ridículo de los sectarismos anti-hispánicos, pro-indigenistas y anti-españoles. Los revolucionarios hispano-americanos pretenden sustituir Catolicismo por neopaganismo (el gnosticismo teosófico, como veremos más abajo, se reserva para las elites del poder) y a las "corruptelas jurídicas" heredadas del sistema imperial español... Se las suplanta por el comunismo. Y recordemos que, en 1919, Lenin había fundado la III Internacional Comunista: la Komintern y que, cinco años antes de escribir Valle-Inclán la novela, en 1921, el Partido Socialista Obrero Español había sufrido la escisión en su seno, fundándose el Partido Comunista Obrero Español (luego PCE).

El "comunismo milenario" como forma política (o, mejor sería decir: anti-política, por utópica) y el neopaganismo indigenista para el pueblo (la Pacha Mama y todos los cultos precolombinos, suponemos que no se descarte la antropofagia, como alternativa religiosa exotérica) y todo ello dispuesto al propósito de desevangelizar al pueblo hispanoamericano, puesto que los indios habían sido cristianados por los rapaces y odiosos españoles; pero para los revolucionarios latinoamericanos "más conscientes" habría otra religión, no "exotérica" esta vez, sino "esotérica": para iniciados. En definitiva, nunca puede liquidarse una religión si no que hay que reemplazarla por un sustitutivo, por más delirante y ridículo que la pseudo-religión suplente pueda resultar. Esto lo vemos cuando en prisión, Roque Cepeda, uno de esos revolucionarios más conscientes, exhorta a otro revolucionario (de una naturaleza revolucionaria más mostrenca, que reconoce su falta de "espíritu religioso") de esta guisa:
 
"-Pues reconociéndose tan carente de espíritu religioso, usted será siempre un revolucionario muy mediocre. Hay que considerar la vida como una simiente sagrada que se nos da para que la hagamos fructificar en beneficio de todos los hombres. El revolucionario es un vidente".  
 
En la novela de Valle-Inclán, esta "pseudo-religión" que sustituye al Catolicismo es el Teosofismo (la secta gnóstica y luciferina fundada por Madame Blavatsky y que es núcleo duro del supermercado pseudoespiritual actual llamado New Age). Valle-Inclán, pese a lo que por ahí sostienen algunos cándidos carlistas, no fue un tradicionalista. Y digo más, aunque pudiera morir como católico, no vivió como católico: Valle-Inclán fue un secuaz de la Sociedad Teosófica y por ello no es extraño que los personajes con los que simpatiza el autor (no sólo de esta novela) aludan o afirmen el teosofismo. Así, ese Roque Cepeda de más arriba, uno de los adversarios de Santos Banderas, le recomienda al revolucionario mostrenco e "inconsciente", con el que se halla en la cárcel, leer la revista mensual norteamericana "El Sendero Teosófico", revista que no lo dice Valle-Inclán, pero lo sabemos y desvelamos nosotros, era publicada en Point Loma (California) desde el año 1911 al 1917 por la Aryan Theosophical Press.
 
Pero, ¿a quiénes favorece la instalación de la Teosofía en Hispanoamérica? Sin ninguna duda que al imperialismo anglo-sajón, británico o yanqui. Recordemos que durante la I Guerra Mundial, Valle-Inclán fue un fogoso agente, bien pagado, de la causa aliada contra los imperios centrales: sus disputas en prensa contra los germanófilos fueron sonadas. El aliadofilismo valleinclanesco está muy relacionado con su proximidad a la masonería y su filiación a la Sociedad Teosófica. Y esto que fue en Valle-Inclán, lo será también para toda comunidad nacional o individuo que se sujete a la heterodoxia sectaria de la gnosis, que siempre es camino de una nueva esclavitud moral y material.
 
Al margen de la maestría artística de Valle-Inclán, cabe decir que el elemento "atmosférico" de "Tirano Banderas" es el inquietante y enigmático pathos teosófico: lo que pudiéramos llamar "atmósfera" de esta novela valleinclanesca es comparable, pienso yo, a la atmósfera de otra novela: "La noche de Walpurga" (año 1917), obra de otro hierofante ocultista europeo y contemporáneo de Valle-Inclán: me refiero a Gustav Meyrink, más conocido por "El Golem" y miembro de varias sociedades ocultistas que operaron en Centroeuropa durante el periodo de entreguerras. Salta a la vista, por otra parte, que en "Tirano Banderas", como bien han resaltado los especialistas en Valle-Inclán, asistimos a una esperpentización del tema político y de la figura del dictador (conservador e hispanófilo), personaje arquetípico contra el que se levanta la novela, tal y como una acusación que anatematiza en Hispanoamérica todo cuanto tenga a gala blasonar de ser descendiente de la Católica España.
 
Después de este análisis de los supuestos ideológicos de "Tirano Banderas", solo queda expresar por nuestra parte el anhelo que tenemos por ver que algún joven escritor, bien hispanoamericano o bien hispanoeuropeo, se anime y corrija el rumbo de este género literario que hasta hoy ha sido empleado contra el Panhispanismo. Un novela que mostrara artísticamente toda la mendacidad, el servilismo, la corrupción y la abyección de los tiranos izquierdistas que, con mayor o menor crueldad, sumen a sus naciones en la más negra de las miserias morales y materiales, mientras las convierten en peleles de intereses extranjeros.

Y materia, como bien podemos suponer, no falta... Por desgracia. Bien lo saben cuantos hermanos nuestros de Iberoamérica lo sufren.
 
 
 
Carteles de la película "Tirano Banderas", ficha técnica aquí enlazada.
 


martes, 2 de julio de 2013

LO QUE ES LA DEMOCRACIA CRISTIANA

 File:Joaquín Ruiz Giménez.jpg
Joaquín_Ruiz_Giménez.jpg

"La democracia cristiana es una raza, de tal modo que para pertenecer a ella hay que parecerse físicamenta a don José María Gil Robles, a Joaquín Ruiz Jiménez, a Fanfani, a Pío Cabanillas, a Schumann, a De Gasperi, a Marcelino Oreja o a Adenauer, por poner algún ejemplo entre los notables. También hay que parecerse a don Ramón Ruiz Alonso. En fin, que la democracia cristiana es, más que un partido político, un clima moral, un cuervo tricéfalo que sobrevuela la Banca, la Nunciatura y la alcantarilla."


Rafael García Serrano

A FAVOR DE SIRIA





Por Antonio Moreno Ruiz


Desde hace tres años se desató la guerra en Siria, cuyo gobierno ostenta Bachar Al Assad, del Partido del Renacimiento Árabe Socialista. Normalmente se habla de guerra civil, pero, ¿realmente es correcta la terminología? ¿Quiénes son los del otro bando, los llamados rebeldes? Sus atrocidades son espeluznantes. No sólo no tienen reparos en asesinar mujeres y niños, así como en exhibir imágenes de sus decapitaciones, sino que también hemos podido ver escenas de canibalismo de la peor calaña. Y todo hecho por mercenarios reclutados desde Argelia a Chechenia, cuyo centro operativo principal es la Península Arábiga, con la financiación de los jeques petroleros wahabitas, quienes, asimismo, dictan la orientación político-religiosa, en connivencia con los Hermanos Musulmanes, ya bien atrincherados desde Egipto, desde un Egipto que ya no aguanta más y comienza a protestar seriamente. Y también hay que contar con la colaboración de Erdogan, el político turco con delirios de imperialismo otomano y que ahora afronta todo un polvorín civil en su tierra. Y todo ello, bajo el empuje decisivo de Estados Unidos e Israel. Por eso mismo, ¿podemos hablar de guerra civil? Creemos que la respuesta es negativa y que de lo que se está tratando es de un intento de invasión. De Túnez a Egipto, el pseudo-imperio anglosionista ha intentado utilizar la misma táctica, sembrando la división militar y el caos político. En Libia dejó que Francia tomara la iniciativa. Túnez no demostró ser políticamente estable. Egipto tampoco, en contra de lo que se pudiera pensar a priori, y es que la línea militar se desmoronó muy rápido frente a Mubarak. Libia es un caso diferente, y es que es un país muy poco poblado y su estructura social se compone de tribus beduinas. Al contrario que Egipto, Libia no era un estado propiamente dicho. Cuando Gadafi proclamó la desaparición del estado libio, estaba siendo medianamente realista. De hecho su juego político empieza desde muy joven y como equilibrio entre las distintas tribus. Tal vez ha sido el político más astuto y maquiavélico de su zona, apoyando y financiando todo lo que pudiera fastidiar a sus enemigos, ya sea a la derecha o a la izquierda, y haciendo una guerra tan sorda como asimétrica. Lo cierto es que, bajo su mando, los cristianos eran respetados y nada tenían que temer. Algo parecido ocurría en el Irak de Saddam Hussein. Pero desde que Saddam (De la misma ideología panarabista que el régimen sirio) fue derrocado, si por algo se caracterizan las convulsiones políticas del mundo árabe es por el exterminio sistemático de los cristianos, que se ha extendido como una peste voraz con la mal llamada “primavera árabe”, jaleada por la mayor parte de la clase política y de la prensa occidental. Una de las tareas de las tropas de Al Assad ha sido impedir que los sanguinarios mercenarios asalten los barrios cristianos. El 10% de Siria es cristiana, o sea, hablamos de dos millones de personas. En Egipto, si bien las cifras oficiales normalmente hablan de un 10%, la realidad es que representan el 15%. Estaríamos hablando como mínimo de doce millones. En Irak sólo representaban el 3% poblacional, de entre ellos, el ministro Tarik Aziz. Así las cosas, esta saña contra los cristianos árabes, esto es, contra los descendientes directos de los primeros creyentes, no es casualidad. El odio anticristiano del aberrante Talmud está impreso en esta locura geopolítica. El estado sionista, nuevamente, vuelve a caldear la zona y sigue utilizando territorio libanés e invade y bombardea Siria. El protestantismo, como viene siendo habitual desde hace siglos, le hace el trabajo sucio. 

Desde hace años, el grupo Bilderberg está presionando para invadir Siria e Irán. Tras los atentados del 11 de septiembre del 2001, que nos tenemos que creer que fueron culpa de  dos islamistas locos, hubo un antes y un después. Bush trazó el camino a seguir; Obama, desde que recibió el premio nobel de la paz (¡La vida está llena de ironías!) está desenfrenado, pero no entra a saco porque sencillamente no puede. No es lo mismo meterse en países que por diferentes circunstancias están reventados y presos de conflictos civiles, como Irak y Afganistán -donde han sellado sus peores atrocidades-, que meterse en un país con un ejército y un pueblo bien organizado, apoyado por Irán y por el Hezbollah libanés (Que es un ejército al que Israel no ha podido derribar) y que encima cuenta con una base militar rusa en su propio suelo. Yanquilandia ha jugado a querer hacer la guerra a distancia tal y como ha hecho desde Túnez a Egipto. Pero resulta que en Siria, donde al Assad empezaba a ser discutido, lo que ha logrado es que el pueblo le tenga más estima y se una en torno a él. Le ha salido mal su táctica y para colmo de males van a provocar un polvorín en Turquía. Y bueno, de hecho, tan mal le ha salido la cosa que al contrario que en Libia, no ha podido servirse de una Francia que le allane el terreno. Ahora tiene un problema que no sabe cómo resolver, y quiere ir a por Irán como sea, presionado por los sionistas, pero siempre no se puede ganar. Y una invasión terrestre sería un nuevo fracaso y un descrédito que acaso no podría superar, sumado a que la situación socioeconómica del país no es nada halagüeña. Por eso mismo, tal y como aconteció en el primer tercio del siglo XX, la plutocracia está empeñada en que una guerra revitalizaría el capitalismo. Y qué mejor que un belicismo desenfrenado que encima asentase los intereses sionistas en la zona, involucrando a la muda e inútil Europa… 

Por otra parte, Rusia en absoluto respalda a los insurgentes y no oculta sus buenas relaciones con Al Assad, ni tampoco una legítima venta de armas que hace tirarse de los pelos a muchos medios occidentales (Incluido Hollywood), los mismos que ponen el grito en el cielo cuando Rusia, con un masivo apoyo popular, hace leyes contra el homosexualismo y sus peligrosos y poderosos grupos de presión, o también actúa para frenar el infanticidio o condena a las Pussy Riot por su intolerable agresión blasfema. Otra vez estamos ante la doble moral, ante la hipocresía pseudo-ideológica que facilita la tiranía de lo políticamente correcto y el pensamiento único. 

Y es que el papel angloamericano es símbolo de una creciente debilidad que ya huele a definitiva. Recuerdo que cuando Obama salió elegido por primera vez, su ¿oposición? fue McCain. Algunos decían que McCain era un patriota cristiano, querían que ganara las elecciones… Y a todos los que le afeábamos su vil conducta nos endosaban los improperios de siempre. Ahora, este “salvador de Occidente” se ha fotografiado en el cuartel general de la peor morralla islamista. Se ve que no aprendió nada en el Vietnam; Vietnam donde, por cierto, sus anteriores compatriotas financiaron a Ho Chi Minh para echar a Francia de la zona, cosa que a los años se les volvió en contra, y tuvieron que montar la masacre del agente naranja para salir de allí con el rabo entre las piernas. Cometen los mismos errores una y otra vez y pretenden involucrar a medio mundo en ello. 

Así las cosas, ¿qué tendrán que decir los palmeros de Federico Jiménez Losantos y compañía? Sería ya un buen momento para que muchos abrieran los ojos, aunque no hay mayor ciego que el que no quiere ver, y desde luego, el papel de éstos no difiere ni un ápice del de los progres a los que dicen criticar. 

Sin duda, la política en el mundo árabe es un quilombo –valga el argentinismo- que igual hace tiempo que renuncié a entender. Es un caso que me resulta muy parecido al peronismo, salvando las distancias. Un buen amigo marroquí, un sabio filólogo que en su nervio africano reúne el mestizaje de lo árabe y lo bereber y al que echo mucho de menos, me dijo tiempo ha que los árabes sólo están de acuerdo en que nunca se pondrán de acuerdo. Es por ello que en estas líneas no se dice que Al Assad sea un santo, ni que la República Árabe de Siria sea un paraíso en la tierra. De hecho, no entiendo cómo el Partido del Renacimiento Árabe Socialista, esto es, el Baaz, tiene como iconos, entre otros, al Che Guevara, un mediocre que no destacó en absolutamente nada más que en propagar odio y cuyo ateísmo nada tiene que ver con la fuerte espiritualidad impresa en el mundo árabe, que de hecho dicho partido entiende y defiende en su justa medida. Con todo, lo cortés no quita lo valiente y sé que su desaparición sería una desgracia, sobre todos para nuestros hermanos en la fe, que es lo que más creo que debe interesarnos. Al Assad representa una lucha por la libertad y la dignidad frente al Nuevo Orden Mundial dictado por Washington y Tel Aviv. Es por ello que me posiciono vehementemente a favor de Siria. Estoy dispuesto a colaborar con todos aquellos que defienden este régimen justo y legítimo, y animo desde aquí a los frentes de apoyo de Europa y Sudamérica, así como denuncio el seguidismo proyanqui del nefasto régimen oligárquico y cleptómano que desgobierna España desde 1978, y que en absoluto me representa. Ni Siria ni Irán son cómplices de inmigraciones masivas ni de infiltraciones terroristas en Europa, al contrario, representan un freno, y por supuesto, tienen el legítimo derecho a defenderse de las continuas agresiones exteriores. 

Si no entendemos este momento histórico tan complicado que nos ha tocado y no usamos las herramientas que tenemos para defendernos de la enésima fase de la Revolución cuyo emblema nunca ha dejado de ser la guillotina, es que sencillamente no tenemos derecho a nada. Por eso admiro y apoyo el coraje y la fuerza de una patria que nos recuerda con su ejemplo que el sistema no es infalible. A ella van dirigidas estos versos de aliento. ¡Viva Siria libre!


SIRIA VENCERÁ

Despierta el león del Oriente,
Con zarpazos de justicia y libertad,
Por la cuna de la civilización,
Con honor y fidelidad.

El pseudo-imperio anglosionista,
Aliado de wahabitas y otomanos,
Salpica de sangre con sus sucios,
Y cobardes intereses creados.

Empero, quizá no esperaban tan
Brava y organizada resistencia,
De un ejército y un pueblo cuya gallardía
Indomable exhala coherencia.

“¡Alto a la invasión!” dice
La bandera roja, blanca y negra,
Y como escudos se levantan,
Las verdes y árabes estrellas.

¡Al Assad, a por ellos!, exclaman
Los más dignos hijos del Occidente.
La victoria está cerca,
La esperanza es sonriente.

¡Gloria a los mártires luchadores!
¡Muerte al Nuevo Orden Mundial!
¡Y viva Siria, cuyo ejemplo,
Despiertos nos hace soñar!

lunes, 1 de julio de 2013

LA JUSTICIA EN EL PODER

Full resolution
"Para que la justicia sea mantenida en el ejercicio del poder, interesa sobremanera que quienes gobiernan los Estados entiendan que el poder político no ha sido dado para el provecho de un particular y que el gobierno de la república no puede ser ejercido para utilidad de aquellos a quienes ha sido encomendado, sino para bien de los súbditos que les han sido confiados. Tomen los príncipes ejemplo de Dios óptimo máximo, de quien les ha venido la autoridad. Propónganse la imagen de Dios en la administración de la república, gobiernen al pueblo con equidad y fidelidad y mezclen la caridad paterna con la severidad necesaria. Por esta causa las Sagradas Letras avisan a los príncipes que ellos también tienen que dar cuenta algún día al Rey de los reyes y Señor de los señores"

  S.S. León XIII

EL BUEN COMBATE

"El mundo os llamará fanáticos, locos y creaturas miserables; amenazarán haceros vacilar en vuestra constancia con su elocuencia engañosa. Y los tramposos intrigantes del infierno intentarán ganaros con sus astutos engaños. Luchad con humildad y silencio; combatir con las armas de las buenas obras; oración, sacrificios, y la convicción interior del deber."

Padre Pío